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Kaneto Shindo’s Kuroneko. Más negro que la noche

Actualizado: 11 sept 2019


kuroneko
Kuroneko retoma la poderosa estética del teatro Kabuki y el grafismo rotundo las artes visuales niponas tradicionales para armar un collage exquisito.

Lejos de invocar siquiera con el pensamiento al tema de los vampiros, pero reconstruyendo una antigua leyenda de sangre; Kaneto Shindo dirige en 1968, este majestuoso texto fílmico que con el tiempo, lejos de desgastarse se afirma como un fino ejercicio donde el drama más desgarrador y lo sobrenatural se conjugan en un todo místico y evocador.

 

En una épica leyenda de venganza, horror y muerte, Kuroneko retoma la poderosa estética del teatro Kabuki y el grafismo rotundo las artes visuales niponas tradicionales para armar un exquisito collage que fluye sobre un magistral zurcido cinematográfico, para revelan así, ante propios y extraños, al cineasta moderno, propositivo y contestatario que fue Kaneto Shindo, pues tal y como lo haría Alfred Hitchcock con Psycho (1960), el nativo de Hiroshima prescinde del color y narra, en filoso blanco y negro, la dolorosa historia de dos mujeres que, tras ser violadas y asesinadas por una horda de samuráis cegados por los horrores de la guerra, vuelven cada noche de la muerte a cobrar venganza en todos y cada uno de los incautos que en la oscuridad recorren la campiña. En medio de la profunda noche, un gato negro augura la caída de un hombre a manos de una delicada mujer que habrá de beber su sangre. Pero cuando un noble caballero que tiene el poder de cambiar el destino aparece, la historia nunca volverá a ser la misma.


Kiwako Taichi deslumbrando a cada cuadro en "Yabu no naka no kuroneko"

Es el Kaidan Eiga, una especie de género cinematográfico de horror basado en las puestas en escena del teatro Kabuki, la fuente que inspira una serie de secuencias donde la violencia -presente y siempre latente- es amortiguada por un depurado estilo visual donde el espectador más osado podrá ver, a futuro, la maestría compositiva y generadora de distinguidas atmósferas que ha cultivado a contemporáneos como Peter Greenaway para convertirlos en maestros de la expresión visual.


Con Juegos de luces, bruma que recorre rincones viciados y cuadros depurados donde icónicas figuras se deslizan entre la luz hasta perderse en la obscuridad. Kuroneko soba el ego del género de horror y lo reinventa mediante la elegancia y la absoluta belleza. Es por ello que, que a 42 años de su realización, Kuroneko sigue siendo un film eficaz que obtiene su mayor logro al conjuntar la influencia de la cinematografía moderna con la magia del Japón imperial y una rica filiación de género, esta última, tratada delicadamente con un efectismo contenido pero eficiente gracias al que el metraje ha conseguido madurar con encanto.

De esta forma, Kuroneko marcha a firme paso propio a lado de la portentosa figura impuesta por grandes maestros de la época como Masaky Kobayashi (responsable de la piedra angular del género: Kwaidan, que se estrenara simultáneamente con Onibaba, la obra maestra de Shindo) y Akira Kurosawa, y al cabo, constituye una discreta pero fortísima punta de lanza para la cinematografía nipona moderna, de frente a movimientos de corta y rasga como la Nouevelle Vague francesa y el Free Cinema británico.


Los Vampiros de novela rosa serán lo de hoy, y los vampiros de etiqueta habrá para dar y regalar. Pero si de revenants nipones hiela huesos se trata, Kaneto Shindo's Kuroneko

-conocida en México como El grito del Sexo (¿?!!)- es una joya invaluable.

 

Título original: Yabu no naka no kuroneko Dirección: Kaneto Shindo / Producción: Nichiei Shinsha para Toho Company / Guión: Kaneto Shindô / Fotografía: Kiyomi Kuroda / Música: Hikaru Hayashi / Montaje: Hisao Enoki / Elenco: Kichiemon Nakamura (Gintoki), Nobuko Otowa (Yone), Kiwako Taichi (Shige), Kei Sato (Raiko)/ Japón 1968 / 99 min. B/N


Por Perla B. Chávez

Imágenes: eurekavideo.co.uk utilizadas sin fines de lucro.

 


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