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Andrzej Zulawski´s Possession: La oscuridad es para siempre

Actualizado: 24 ene 2020

Por Perla Chávez*

La tensión política y social del escenario y el momento histórico permea en el relato a cada cuadro.

A Marc lo espían desde la tapia. Salva sea la hora cuando uno piense en otra cosa que no sean mirones perversos. Su mujer vuelve cada noche sin intención de quedarse. Ni siquiera, tras divertirse un rato rebanando una pierna de cordero a fuerza de cuchillo eléctrico. Será que nada bueno sucede en habitaciones con demasiado azul. Como tampoco en las mentes de quienes van y vienen por aceras desconocidas.

 

En plena década de los ochenta y haciéndose lugar entre una turba de psicópatas enmascarados y cadáveres reanimados, Andrzej Zulawski, polaco y prócer de la escuela francesa, concede la venia al horror, el género más incomprendido y desairado de la industria.

Así, tomando riesgos y aprovechando eso kinky que a otros autores no les sirve ni para maldita la cosa, a este laborioso cineasta que fuera yerno de Marcel Marceau, cuanto menos le encamina los pasos al salón de la fama del culto cinéfilo, y cuanto más, lo confirma como el auténtico artista nunca morboso y sí, digno de hacer lo que le venga en gana.


Póster original creado por la artista gráfica Barbara Baranowska "Basha", figura clave dentro de la escena surrealista polaca surgida a finales de los años 60.

Y es que, justo como no todo el cine de autor es precisamente champán, no todo el horror se queda en la mera experiencia de la sangre dura. Y como el drama a secas también llega a provocar urticaria, en Possession, Zulawski no se queda con lo uno ni con lo otro. Al cabo, arma una rara matrioska que combina denominación de escuela, lustre de dramaturgo, chispa de artista y horror. Horror del bueno.


El diablo está en los detalles


Marc ha renunciado al infierno de un trabajo de turbias intenciones sólo para enrolarse de lleno en las tinieblas de su agonizante vida marital. Su bella esposa Anna oculta demasiado y ninguna de sus declaraciones parecen justificar el abandono que se desdice cada vez que regresa -más perturbada conforme los días- para preparar el almuerzo y limpiar la casa. La atmósfera va de azul al negro más incierto y de ahí, al rojo sangre, cuando Marc descubra que no es simple hartazgo ni una aventura corriente lo que a ella le arrebata la cordura, y a él cualquier esperanza de tenerla de vuelta.

Isabelle Adjani obtuvo la Palma de Oro y el premio César en años consecutivos gracias a su rol en este film, que marcó el debut de Zulawski en la industria de habla inglesa.

La carrera de Zulawski se remonta casi siempre a los horrores propios de su identidad dividida entre Polonia y la antigua Checoslovaquia. La ocupación alemana desde las andanzas arcanas del ejército prusiano es sombra fantasma sobre su puesta en escena. Pero en 1980, un Zulawski ansioso de experimentar se topa de cara con la horma (y al cabo, arco de apoyo) de su zapato. De la mano de Isabelle Adjani y con un humor delirante, es que arranca en un quehacer cinematográfico definido por la mujer y el lado oscuro del camino.

En entrevistas con medios franceses, Adjani admitió que requirió de años de labor para desligarse por completo del peso emocional generado por el rol de Anna.

Los nombres que han hecho la carrera de Zulawski deben ser, sin lugar a dudas, Andrzej Wajda (de quien tomaría aparte del buen gusto, el temple), luego -él complacido, ellas arrebatadoras- Romy Schneider, Nastassja Kinski, Sophie Marceau y sí; definitivamente Isabelle Adjani, la inmaculada Perséfone que da luz en este metraje al más encarnizado de los infiernos.


El rigor del trazo


Rodada en Berlín Oriental a lo largo del año 1980; estrenada por aquí y allá pero sin demasiado aspaviento y sí con casi 50 minutos de recorte en casos como el de la censura cortesía del gobierno de Reagan; Possession se mueve en muchas direcciones.

Por un lado, está el ejercicio pleno de la técnica. El de la cuadratura controlada y las atmósferas gélidas, donde Zulawsky evoca a un Michael Haneke – ¿o acaso Haneke lo evoca a él? - preciso, sistemático y punzante. El del autor casi checo, casi germano pero, esta vez, criado en la tutela voluptuosa de la escuela francesa.

Por otro lado está el drama estilizado y crispador de nervios. Pues que la situación de un matrimonio que se desmorona es siempre devastadora, más todavía, cuando las verdades se disparan a gritos certeros en puntería mientras el hijo en común aguanta la respiración en la tina de baño.

Possession se mueve en muchas direcciones.Por un lado, está el ejercicio pleno de la técnica. El de la cuadratura controlada y las atmósferas gélidas, donde Zulawsky evoca a un Michael Haneke – ¿o acaso Haneke lo evoca a él?preciso, sistemático, punzante...

El delta donde todo esto y la oscura naturaleza artística de Zulawski confluyen es la estética de las sensaciones. Possession sobrecoge siempre, y en vez de sólo lucirse como el todo sólido que indudablemente es, mejor detona en puntillosas aristas. Cuando uno se dispone a tomar asiento frente a Zulawsky es difícil adivinar lo que viene tras un arranque impecable y monocromático – mucho asfalto y azul cobalto- casi distante, con trazos disciplinados e hipnóticos planos secuencia que revelan ansiedad a discreción. Más tarde va desplegando un ingenio picante que recuerda al joven Polanski de los años de Cul de sác y Knife in the water, donde el humor espeluznante va subiendo el tono en estertores súbitos que aceleran el paso rumbo a un climax-alivio, que acaba por dar la redondez que tres horas de duración pueden fácilmente disipar hasta en los mejores casos.


Rondando las inmediaciones del Theorema de Pasolini -con lo divino como dolosa y extraña visita- y al tiempo, el submundo viscoso de Phenomena de Argento o quizá de Shivers y The brood de Cronenberg, así como compartiendo del mecanicismo que corroe a una familia moderna y pudiente en Séptimo continente de Haneke, Possession desemboca en su propio mundillo perverso donde el espectador no quisiera estar de ninguna manera y donde lo que está escondido es todavía peor que el malsano aire que se respira.


Pese a que no existe una edición en DVD/Blu Ray para público de habla hispana, es posible adquirir copias originales remasterizadas con doblaje en español en Amazon e E Bay.

 

Para rematar, Carlo Rambaldi, el hacedor de pesadillas favorito de Lucio Fulci, Darío Argento y Ridley Scott, pone el punto sobre las íes en esta frenética y descarnada farsa donde nunca se sabe a ciencia cierta si se camina en círculos o si uno, incómodo y perturbado, se ve incapaz de ver algo que no se esconde del todo.


Virtud de virtudes


Es de agradecer cuando no hay para que lo escatológico-conceptual monopolice el metraje en pos del arte o de la búsqueda de los resortes primeros del horror genuino. Zulawski respeta el género tratándolo con pasión y conocimiento de causa. De ese modo, evita un textofílmico de lectura caótica y al cabo, demuestra que las buenas películas empiezan por un tratamiento minucioso y un relato capaz de tomar por asalto.


Sam Neill –un Ewan MacGregor decadente y modelo ochentas que muestra los dientes cual lobo en correría- interpreta al loco enamorado cuya cruda moral parece más bien síndrome de abstinencia. Por su parte, un amante charlatán y afeminado lo hace quedar en ridículo luego de un buen golpe de judo. Más tarde, unos calcetines rosas asoman sospechosamente sacando chispas hasta al ojo más entrenado. En resumen, las virtudes de Possession son muchas. Y Possession es una virtud que sólo el cine de horror puede presumir.

 

Ficha técnica

Possession Guión: Andrzej Zulawski, Frederique Tuten Música: Andrzej Korzynski Fotografía: Bruno Nuytten Montaje: Marie-Sophie Dubus, Suzanne Lang-Willar Efectos especiales: Carlo Rambaldi Elenco: Sam Neill (Marc), Isabelle Adjani (Anna/Helen), Margit Carstensen (Margit Gluckmeister), Heinz Bennent (Heinrich), Johanna Hofer (madre de Heinrich), Shaun Lawton (Zimmermann), Michael Hogben (Bob), Carl Duering (detective), Maximilian Rüthlein, Thomas Frey, Leslie Malton, Gerd Neubert... Francia, Alemania  1981.  80/127 min. color. 1.66:1

 
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